Compelerlo a Morir

Soñé cuanto pude, alimentando mis pensamientos de los tuyos, hoy no queda ni alimento ni sueños. Sé que no volveré a hablarte, tu último mensaje era mi óbice,  aunque el deseo generaba oportunidad, ya no queda.  T
al vez la melancolía me llevará a pensarte, pensar en quien serás, en quién te convertirás.

¿Te sentirás perdido? Trato de escribir a quien eras. No a ti, si no a quien fuiste. Necesito de esa persona, quiero traerla de vuelta, sé que no es posible.  

Busco arte en música, en letras, en sentimientos, siento que llenan mi existencia de alguna forma. ¿Cómo llenas la tuya? Al final concluyo que se hace necesario buscar tu sinsentido, o ignorar que no lo conseguiste. No es sencillo querer opacarlo, las mismas facetas recorren tus días una y otra vez, y genera el nacimiento de la apatía, apatía por esta existencia. 

Amar resultaba ser una forma de llenar y olvidar, pero se me ha ido. Un día sin ninguna palabra dejaba mi estancia, su acto decía -líbrame de tu cariño, líbrame de encajar en tu vacío-. Ya era tarde para retener su compañía y sin previo aviso el amor no tenía justificación de existencia, y al aún existir tenía que compelerlo a morir. 

Diferente para la existencia humana, no tienen que presionarnos a morir, no tenemos ni forma de vedar el fin. En cambio, el amor regresa a ti, le da valor a su existencia nuevamente. Pienso que es la forma más exquisita de olvidar el mundo. Envuelve pensamientos, acciones y sentimientos; genera arte, palabras e ideales... Imposible negarse a dicho desorden.  (M.V)

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